sábado, 11 de octubre de 2014

Sima de los macarrones

Escrita por Eparco

Aprovechando que estábamos en Fuente Álamo (Jaén), pueblo de mi mujer y a la vez tía de Iván, decidimos aprovechar la mañana y visitar alguna sima cercana.

Había que regresar para comer, que eran fiestas y había que estar descansado para echar algún pasodoble con “la rubia”. Nos decidimos por la “Sima de los Macarrones”, que la sitúan en Priego de Córdoba, pero está al lado de Castil de Campos.

Los datos para llegar eran, ya no, un poco pobres porque no encontramos coordenadas de la boca y sí una aproximación a la misma. 

"Saliendo de Castil de Campos, tomamos la carretera que va a la Aldea de la Concepción junto a la parada del bus, que un poco más adelante pasa a ser una pista. A 1,6 Km nos desviamos por un carril a la izquierda, y aparcaremos en un olivar después de recorrer  1´2 km. La boca está a media altura en el cerro que tenemos enfrente en dirección SW."


Sin coordenadas el encontrarla es un poco entretenido por decirlo suave. Nos costó más de una hora dar con la boca, y eso que un amable lugareño nos indicó más o menos como llegar. 
Nos dijo que hace más de 40 años, cuando tenía 8, bajó con unos espeleólogos de entonces y que estuvo unas cuantas horas dentro.

Ahora con el track encontrarla es fácil. Esto es lo más importante de nuestra aportación a la sima, que en 
realidad es un pozo rampa de 18 m

La track se puede encontrar en este enlace de Wikiloc o nuestro propio mapa de Espeleogía


La entrada es una raja por la que se pasa con dificultad.

Hay resto de un spit, pero es mejor usar el arbol que hay junto a la entrada

A los pocos metros se puede montar un fraccionamiento con algún cintajo en una estalagimita

La sima es una rampa de 18m, en la cual no se necesita pedal para subir 


A media altura a la derecha tiene una sala muy concrecionada que le da nombre







Ya sé que con estos datos alguno dirá que el nivel ha caído bastante, pero el día estuvo precioso y la caminata buscando la entrada hizo que el arroz de la cuñada nos supiera más rico.

PD. La entrada es una raja estrecha a ras de suelo por la que alguna cornamenta no pasa.

sábado, 9 de agosto de 2014

Travesía Hundidero gato

Escrito por Guillermo para el foro del Club Viana

Salimos para Ronda el viernes por la tarde, y nos instalamos en un simpático hotelillo de la ciudad (que pijos nos estamos volviendo)
A la mañana siguiente, madrugamos un poco y a las 9 y media ya estábamos dejando el coche en el parking de la Cueva del gato. La boca se ve desde la misma carretera, así que bromeamos un poco sobre si haría falta colgar un track de la aproximación.
Al dejar el coche me di cuenta que no traía ropa de repuesto, asi que me tocó hacer la subida a Hundidero con el peto del neopreno puesto, menos mal que el calor nos respetó un poco.
Lloros aparte, en diez minutos estábamos con el coche en el parking de Hundidero, donde el acceso hasta la cueva es por un sedero con escalones labrados, y barandilla con cable de acero (efectivamente nos estamos ablandando)



magnifico sendero de acceso


En la misma boca de la cueva se abre un pozo, que la descripción dice que sirve para ver el nivel de agua que vamos a encontrar en la cueva. Estaba totalmente seco.


el pozo de entrada


¡Aquí nos vestimos de torero, y para dentro!


listos para entrar


Tras apenas 100 metros (por cierto, que pedazo de entrada, es una maravilla poder recorrer esta entrada con luz natural) en un giro a la derecha aparece el primer resalte. Quizá el ver una magnífica cadena inoxidable hizo que nos pudiese el ansia, y montamos un rapel. Bajé el último, y al comprobar que había olvidado quitar el mosquetón, confirmamos que se podía haber subido y bajado el resalte sin ninguna cuerda.


primer rapel


Tras esto, encontramos el primer rápel de verdad, que directamente te deja en el agua del primer lago. Desde aquí se suceden los lagos, casi de continuo, y realmente es una gozada. Impresiona ver la cantidad de material que se ve abandonado (cables de acero, palancas, “clavos” de un metro de largo, traviesas…)


Bajada al primer lago


maravillosa colada naranja tras la sala de los gours



Así entre chapuzones fuimos alternando lagos con rapeles, pasamanos… hasta que nos encontramos con la sala de los Gours. Es una colada enorme de gours que se solapan desde más de 15 metros de altura.


















merece la pena deleitarse con todos estos lagos


Pasamos por debajo y enseguida llegamos a la galería de la ciénaga. Esta resultó estar más baja de agua de lo debido, y tras los primeros diez metros, contra lo que dice la descripción, se convirtió en un triste lodazal donde nos clavábamos hasta la rodilla. Así entre barro y risas conseguimos superar este tramo. Tan solo merece comentar el pequeño incidente con un salpicón de barro que me dio de lleno en la cara cubriéndome ambos ojos de lodo. Nos tuvimos que detener unos minutos hasta que consiguieron sacarme el barro de los ojos, ya que no podía ver nada.








unas cuantas fotos de la ciénaga


Poco después llegamos a la plaza de toros, que realmente sorprende por sus dimensiones. Aquí teníamos pensado hacer la primera parada, pero una simpática corriente de aire nos hizo cambiar de opinión.
De este modo seguimos avanzando y enseguida (previo paso de otros dos lagos) encontramos la gran estalagmita.


la gran estalagamita


Aquí nos paramos a comer, cambiar pilas, limpiar el carburo, foto de equipo…
Una vez repuestas las fuerzas seguimos adelante a través de una amplia galería con sus simpáticos lagos. Sorprende encontrar la presa; ¡hasta aquí entraron los trabajadores para intentar retener el agua!


la presa


El siguiente obstáculo es el cabo de las tormentas. Este lago nos resultó especialmente duro, por la fuerte corriente de aire, y porque no esperábamos un lago tan largo. De hecho algunos tuvimos que parar a mitad del lago a descansar agarrados a una roca.


un descanso en mitad del cabo


saliendo del cabo de las tormentas


saliendo del lago de la mona


Algo machacados por el agua avanzamos hasta llegar a la placa de Vera. Aquí un nuevo descansillo, y afrontamos los últimos lagos.


placa de Vera


Tras superarlos nos metimos en la galería del aburrimiento. Aquí nos quitamos la chaqueta del neopreno dispuestos a padecer un calor insoportable como decía la descripción. La realidad es que, aunque realmente merece la pena quitarse la chaqueta, este tramo es un verdadero descanso, sin que llegásemos a pasar calor en ningún momento.
Nos pusimos de nuevo las chaquetas para cruzar el lago del pasamanos y el lago 1.100, que por cierto estaba casi seco.
Sin las chaquetas otra vez, avanzamos hasta la sala de las dunas. Este punto es claramente identificable.


sala de las dunas


Desde aquí en un agradable paseo llegamos hasta la gran pared, desde donde se puede ver la claridad del sol que se cuela por Gato.


galería de las cabras


pequeño rapel previo a la gran pared


la gran pared



Animados por esta claridad que se intuye al fondo seguimos adelante, hasta reencontrarnos con el agua en los lagos de las marmitas.


lagos de las marmitas


Desde aquí hasta la calle tan solo queda un agradable baño.


¡victoria!


La nota cómica la puso nuestra salida, ya que la poza que hay a la salida de la cueva estaba llena de bañistas y gente que venía a pasar el día. La cara con la que miraban al grupo de descerebrados que salían por la cueva vestidos de torero no tenia precio.







Conclusión: una travesía muy agradable y divertida que nos costó siete horas incluidos los descansos.

sábado, 26 de julio de 2014

Travesía espeleológica Bujerin - Cueva del Alba

Escrito por Pepe para el foro del Club Viana




El 26 de junio de 2014, y dentro del paquete de salidas previstas por Viana para este verano, nos hemos acercado a Benasque para conocer el Sistema de Alba. Finalmente fuimos siete los componentes del equipillo que nos enfrentaríamos a la visita de este sistema, que tantas novedades está dando los últimos años.

Los asistentes éramos:

Guillermo
Quique
Iván
José María
Julián
Pepe


de Viana (Guadalajara), y

Miguel Ángel


de Huesos (Ciudad Real)

Antes de comenzar me gustaría, a modo de introducción, comentaros que este sistema ha sido durante décadas la Cenicienta de la espeleología española. Por su dureza y por lo ingrato de la Vía Clásica ha sido una gran travesía olvidada por la mayoría de los clubs. Gracias a la impagable labor del Espeleo Club de Sabadell , podemos disfrutar de una de las más bellas travesías españolas. La Vía Llopis es una verdadera joya, cuya muesca no puede faltar en el currículum de ningún espeleólogo.
El viaje a Benasque ya tiene, de suyo, un atractivo especial, porque los Pirineos son la Meca de las actividades de aventura, la naturaleza salvaje con el poder de poner a cada uno en su sitio, en fin… el paraíso terrenal.

Quedamos en la zona de acampada de Senarta y en los soportales del edificio de entrada instalamos el campamento. Dormir bajo unos soportales me hace volver a nuestros orígenes, ... ¡cuantas noches de atrio de iglesia!

La zona de acampada de Senarta es estupenda, con baños, ducha de agua caliente y demás, vamos un lujo.




Allí nos juntamos los siete, y después de negociar unos macarrones y la tradicional botella de crema Ruavieja hablando de cuevas, todos al saco.

A la mañana siguiente, tempranito nos levantamos y nos pusimos en marcha hacia Baños de Benasque, donde comienza la aproximación de Bujerín de Alba, más de 600 m. de desnivel.






La aproximación es durilla, pero tiene un sendero claramente marcado hasta el lago de Alba, y hoy en día con las tracks y los GPS no hay cueva que se te resista.

Justamente el día 26, el escogido por nosotros, tenía lugar una carrera de montaña circular de 52 km y 3.700 m de desnivel. Coincidimos con los corredores que venían de Benasque




pero ellos siguieron por la senda que lleva a la cueva de Alba y nosotros nos desviamos hacia el Lago de Alba. Nuestra ruta era mucho más vertical, jeje. Acompañamos a un arroyo por su margen derecha siguiendo una senda zigzagueante muy marcada y con mucha pendiente. Los primeros 300 m de desnivel no te dan un respiro.








Durante todo el ascenso no dejamos de ver el helicóptero de la Guardia Civil haciendo viajes para recoger corredores despeñados o desfallecidos.




El recorrido está perfectamente balizado con marcas de todo tipo, vamos que si te pierdes eres muy torpe.






Llegamos, tras esos 300 m de desnive, a un primer collado en el que sospechábamos que no estaba el lago, y así fue, descansamos unos minutos y contemplamos lo maravilloso que es el valle.






Ahora la pendiente se hace un poco más humana y ya podemos ir hablando mientras caminamos. De hecho fue motivo de conversación que al pisar por el camino se abrió otro "bujerín" y casi me meto dentro. ¿Comunicará con el sistema?






Un poquito más de ascensión, y por fin el collado que nos abre al lago de Alba. Todo un deleite para la vista.








Como podéis ver en la última foto, el lago tiene unas pérdidas que reconduce a un arroyo que no tiene más de 150 m, porque su caudal se sume entre un caos de bloques. Este agua es el que surte al río Avall que circula por todo el sistema.






En el lago es donde se hace especialmente necesario el GPS para ir directos a la boca superior del sistema: Bujerín de Alba, que se halla unos 40 metros sobre el mismo sumidero del lago y desplazado otros 50 m hacia la derecha (este) siguiendo una pequeña pared caliza.






El GPS nos llevó sin problemas a la boca




y allí, quince minutos de descanso para comer algo, deleitarnos con las vistas, y ... vestirnos de romanos.






Por fin deja nuestra jornada de ser montañismo y comienza a ser espeleología, que es lo nuestro. Haciendo los honores, Guille se mete en cabeza y yo voy el último acompañado de Miguel Ángel, nuestro amigo de Huesos. La entrada es un poco gaterosa, pero a los pocos metros se abre con un pasamanos al primer pozo, un P32.






Tras esta grata dificultad, una estrechez que te abre al segundo pozo de la travesía, un P16 que torna la cavidad en arcilla blanca de caolín, ideal para hacer botijos. En su base se abre un meandro en el que comienza a aparecer el agua y que tras un resalte, te vomita en la temida Porqueriza. Esta zona, que no tiene más de 50 m., se hace perfectamente en oposición y durante sus últimos diez metros puedes pisar el barro blanco y lechoso, porque ya no te pasa del tobillo.






El meandro "lechoso" te deja en la cabecera de un majestuosoP56 de paredes blancas y con una cabecera de esas de las que es mejor no hablar hasta que no estás abajo.



Pasamanos de acceso al P56 desde la Porqueriza


Cabecera del P56


Magnífico volado


Repisa a -18m


Cabecera de repisa a -18m


Último tramo del pozo


A modo de anécdota os pondré la foto de uno de los anclajes del fraccionamiento de la repisa de -18






La base de este pozo es el curso del río Avall y desaparece por completo el caolín de botijo, para hacer presencia la caliza negra montaña, que nos acompañará hasta el final. También asombra y resulta sobrecogedor el rugido del río al desplomarse por las dos siguientes cataratas: P17 y P10. Estas dos cataratas, cuyos rápeles te apartan completamente del agua, son de una belleza tal, que por sí mismas ya valen la visita.


Base del P10



Tras este segundo rápel el río se sume entre bloques y la galería, caótica pero cómoda, nos lleva hasta el punto de acceso a la Sala Maldita. Hay que tener un poco de cuidado en no seguir galería abajo, sino estar atento a las múltiples balizas que nos sacan de ella para, por un conducto ascendente, subirnos hasta la sala.




En la sala descansamos un rato, bebimos agua y comimos unos estupendos sándwiches. Llegado el momento de continuar nuestro camino, seguimos los reflectantes que te marcan la ruta y enseguida encontramos sobre un bloque un cartel que te indica el camino hacia las dos vías.




Como en todas las travesías múltiples, encontramos en una cajita el libro de la FAE para dejar constancia de la vía escogida y facilitar un eventual rescate.






Guillermo, Iván, Quique y Julián optaron por la Vía Clásica y José María, Miguel Ángel y yo por la Llopis. Como el que suscribe hizo la Llopis, contaré mi vía que es la que vi. Aún así, el equipillo de la Clásica bajaron el P18






y emprendieron el camino que les llevaría, a través de la Sala del Eco, varias rampas caóticas y la Sala Roja, hasta la esperada Sala Leonor, fin de la zona vertical y comienzo de la cueva de Alba.




Volviendo a los tres que optamos por la Llopis, desde el libronos fuimos al fondo de la sala siguiendo un marcado camino, y encontramos una flecha que nos indicaba la entrada a laGalería Desfondada. Esta galería descendente es estrecha en su comienzo, pero pronto adquiere medidas aceptables, coincidiendo con la aparición de las cuerdas fijas que marcan el comienzo de los esperados pasamanos acrobáticos.




El pasamanos tiene debajo un P62 que conecta con el techo de la Despensa de la Vía Clásica y hoy en día dispone de dos pasamanos, uno fácil y descendente a mano izquierda, y otro atlético y tortuoso a mano derecha. Pues bien, como podéis ver en la foto anterior, nos metimos por en pasamanos difícil, hasta llegar a un punto que se volvía ascendente y la cuerda estaba tan tensa y pegada a la pared que era imposible hasta meter el puño, así que, cambio de pasamanos y a probar suerte.






En operación de cambio de pasamanos



Este nuevo pasamanos, para el que es necesario el descendedor, tiene un par de péndulos fáciles y con tres tramos más te lleva sin penuria alguna a la cabecera del P14




Desde la bonita base de este pozo, comienza la Galería de las Marmitas, que más bien debería llamarse la galería de los gours porque es una sucesión de magníficos gours que te obligan a caminar sobre sus nervaduras.








Cuando la galería adquiere un poco de pendiente es porque llegamos al Agujero Negro (P39). Un magnífico pozo con un rápel guiado que te aparta de una repisa intermedia y del consiguiente roce.


Pasamanos de acceso al P39



A este pozo le sigue inmediatamente un P15 que te deja en laGalería de las Pisolitas.




Esta bella galería está repleta de marmitas con el suelo de coral. Es relativamente sencillo cruzarla vadeando el agua sin que te pase de los tobillos, y en algún momento te encuentras joyitas como estas




Al final de esta galería cruzamos el quitamiedos que rodea elP63 y que te conduce al pasadizo donde está la cabecera del rápel guiado de la Sala Llopis.


Cabecera del P27 de la Llopis



Desde la Llopis, bajamos un P11 que nos dejó en una amplia repisa (sala Contigua) del P63 que bordeamos anteriormente, y con una trepadita un nuevo P27.
Después, otro pozo (P11) y varios resaltes nos llevaron a la escalada de 7 metros (equipada) que nos dejaría en las proximidades de la Sala Leonor.

Con esto damos fin a la preciosa Vía Llopis y nos metemos en la cueva de Alba. La Sala Leonor, que es un auténtico espectáculo, no nos permitió hacer fotos porque la cascada del río Avall, que se desploma desde 70 metros de altura, llena el ambiente de gotas en suspensión.
Un camino balizado entre los bloques te saca de la sala a traves de un fraccionadísimo P30.




Y ya sí, en la cueva de Alba.
Cuando creíamos que empezaba el paseo es cuando nos dimos cuenta que comenzaban las penurias de verdad. Esta cueva es muy variada y muy exigente; los destrepes expuestos, la técnica de oposición y la progresión a distintas alturas es la tónica general. Es decir, un verdadero espeleódromo, y el paraíso de cualquier espeleólogo.


Galería de las Angustias



Quizá un paso curioso es el del Lago, con su pasamanos de acero que a nadie deja indiferente.






Curioso también el comienzo de la instalación del Lago


Pegado con taco químico a la pared


Desde el Lago, y diez minutos más tarde, en la calle por fin después de 12 horas de grata y maravillosa travesía.